Por José Manuel Martínez
La 29ª Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP29), celebrada en Bakú, Azerbaiyán, concluyó con un acuerdo significativo para el financiamiento climático, un tema central de las negociaciones. Dos días después del cierre oficial del evento, el 24 de noviembre de 2024, se anunció un acuerdo para el financiamiento climático que implica un objetivo global de 300 mil millones de dólares anuales hasta el 2035. Sin embargo, a pesar de este incremento, el monto sigue estando lejos de las demandas de los países en desarrollo, que habían solicitado un financiamiento anual de 1.3 billones de dólares para poder mitigar y adaptarse al cambio climático, así como adoptar energías limpias. “La propuesta de financiamiento no resuelve ni la crisis climática ni las necesidades de los países vulnerables”, dice Daniel Ortega, ex ministro de Ambiente de Ecuador.
La nueva neta colectiva global cuantificada (NCQG, por sus siglas en inglés), en el cual se aprobaron los 300 mil millones de dólares, deja en la mesa de que Latinoamérica tendrá el financiamiento necesario para el desempeño de las contribuciones determinadas nacionales (NDC, por sus siglas en inglés), es decir, los compromisos que los países asumen para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los impactos del cambio climático. Además, en el texto final del NCQG se invita a los países con capacidad de contribuir, entre ellos China. Sin embargo, en lugar de que el aporte se destine a superar los 300 mil millones de dólares, se sugirió que dichas contribuciones ayuden a alcanzar esa meta. Guzmán, señala que aunque se menciona que los fondos destinados a la reparación o contribución económica no generan deuda, no hace una mención específica a los 300 mil millones de dólares, un aspecto que preocupa a la experta.
Algo “lamentable”, sostiene Guzmán, fue la tensión entre el G77, que agrupa a los países en desarrollo, y el grupo de países menos desarrollados y las islas. Este último abogó por recibir prioridad en el acceso a fondos y por que se reconocieran sus condiciones especiales en el texto. “Esto no era del todo adecuado para América Latina ni para África”, considera Guzmán. Las discusiones se centraron entonces en encontrar un lenguaje que favorece a las islas y a los países menos desarrollados, pero sin perjudicar a otras regiones, según explica la especialista.
Una vez que se aprobó el acuerdo, hubo aplausos en el plenario, pero rápidamente surgieron voces de protesta. La intervención de Chandni Raina, negociadora de India, fue una de las más contundentes: “Esto no abordará la magnitud del desafío que todos enfrentamos. Por lo tanto, nos oponemos a la adopción de este documento”, expresó.
Asuntos pendientes
En la COP de las finanzas, también alcanzó otros acuerdos importantes en materia de mercados de carbono. Luego de casi 10 años de trabajo, los países aprobaron los artículos 6.2 y 6.4 del Acuerdo de París; el primero establece el comercio entre países y el segundo la creación de parámetros para un mercado de carbono centralizado al mando de las Naciones Unidas. Sin embargo, la COP29, según Ortega, se caracterizó por una falta de “claridad”, ya que quedan tareas pendientes. Por ejemplo, no se lograron acuerdos en el Programa de Trabajo de Mitigación, destinado a incrementar las metas para mitigar el cambio climático; en el Balance Mundial (GST, por sus siglas en inglés), que evalúa el progreso global en cuanto a la acción climática; ni en el fondo de pérdidas y daños, creado para apoyar a los países afectados por desastres vinculados al cambio climático. Los debates se continuarán en la reunión interseccional en Bonn, Alemania, programada para mediados de 2025, y en la COP30 en Brasil.
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