Por: Nicole Alejandra Benavides
Cada 18 de diciembre, se conmemora el Día Internacional del Migrante, una fecha establecida por las Naciones Unidas para reconocer la importancia de la migración como un fenómeno global, pero también para visibilizar los retos que enfrentan los millones de personas que deciden abandonar sus países en busca de una vida mejor.
En América Latina, este fenómeno ha alcanzado dimensiones alarmantes. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), América Latina y el Caribe albergan actualmente a más de 41 millones de personas migrantes, representando cerca del 7% de la población total de la región. De esos 41 millones, una gran parte está compuesta por migrantes forzados, personas que huyen de situaciones extremas de violencia, pobreza y desnutrición.
Los migrantes latinoamericanos enfrentan enormes desafíos en su trayecto, muchos de ellos originados por las graves crisis sociales, políticas y económicas que atraviesan sus países de origen. Entre las principales causas de migración en la región se encuentran la inseguridad alimentaria, la violencia estructural, los desastres naturales y la pobreza.
Según un informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), América Latina ha experimentado un aumento dramático de la inseguridad alimentaria en los últimos años. En 2023, más de 60 millones de personas en la región se encuentran en situación de hambre o inseguridad alimentaria grave, un aumento significativo con respecto a los 47 millones registrados en 2020. Esta situación ha empujado a miles de personas a abandonar sus hogares en busca de alimentos y una vida más digna.
Por otro lado, la violencia, especialmente la vinculada a las pandillas, el narcotráfico y los conflictos armados, también sigue siendo una de las principales causas de la migración forzada en América Latina. Según el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), en 2022 se registraron más de 2.5 millones de desplazamientos internos en El Salvador, Honduras y Guatemala.
En México, la violencia relacionada con el narcotráfico también ha generado grandes flujos migratorios. Los migrantes centroamericanos y sudamericanos que intentan llegar a los Estados Unidos se enfrentan a graves riesgos como secuestros, extorsiones y asesinatos. En 2023, la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH) reportó que, solo en los primeros seis meses del año, más de 1,000 migrantes fueron víctimas de secuestro en el territorio mexicano, mientras que otros miles fueron sometidos a extorsiones por grupos criminales.
A pesar de las enormes dificultades, los migrantes latinoamericanos mantienen la esperanza de encontrar una vida mejor para ellos y sus familias. Las remesas enviadas por los migrantes juegan un papel fundamental en el sustento de sus parientes que permanecen en sus países de origen. En 2023, América Latina y el Caribe recibieron más de 130,000 millones de dólares en remesas, lo que representa alrededor del 5% del Producto Interno Bruto (PIB) regional. Las remesas son una fuente vital de ingresos para millones de hogares, ayudando a aliviar las cargas económicas que provocan la pobreza y la inseguridad.
Este día es una oportunidad para reconocer la valentía, la resiliencia y las esperanzas de los migrantes sin dejar a un lado la realidad de millones de personas que, obligadas por diferentes situaciones sociales y políticas, abandonan sus hogares en busca de nuevas oportunidades.
La migración no debe ser vista como una opción ideal, sino como una necesidad forzada por la falta de oportunidades. Es crucial rechazar la xenofobia y la criminalización de los migrantes, y exigir políticas públicas que garanticen sus derechos, dignidad y acceso a una vida segura. La migración no es un problema individual, sino una cuestión global que requiere una respuesta solidaria y estructural.
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