Los nómadas digitales: inmigrantes deseados o turistas indefinidos, una amenaza para el patrimonio. 

Por: Camila Rua 

Desde la pandemia de COVID-19, el número de nómadas digitales ha aumentado en el mundo. De acuerdo con la plataforma Nomad List, en la actualidad hay aproximadamente 40 millones de nómadas digitales. Por un lado, este tipo de viajeros estimula la economía, pero también puede representar un desafío para las comunidades locales.

El Global Digital Nomad Report define a los nómadas digitales como “personas que viajan internacionalmente y se trasladan a países distintos de su residencia principal”. En este sentido, pueden ser considerados migrantes, ya que su estilo de vida implica el movimiento constante de un lugar a otro.

Los movimientos migratorios tienen un valor significativo, pues no solo representan el desplazamiento de individuos, sino también el traslado de culturas, conocimientos, costumbres y otros elementos. Es decir, con cada persona se mueve su patrimonio material e inmaterial. De esta manera, se introduce un nuevo patrimonio cultural que puede enriquecer las sociedades receptoras, generando nuevas formas de pensar y contribuyendo a la regeneración del tejido social en los territorios.

Sin embargo, las condiciones en las que viajan los nómadas digitales difieren notablemente de las de los emigrantes, quienes abandonan sus países por razones económicas, políticas o sociales. Los nómadas digitales, en cambio, viajan con una seguridad económica relativa gracias a sus trabajos remotos, lo que les permite explorar los países que visitan sin las mismas presiones que enfrentan los emigrantes.

Según el Global Digital Nomad Report, el 79% de los nómadas digitales gana más de 50,000 dólares anuales, y un porcentaje significativo proviene de países del norte global, como Estados Unidos. Estos ingresos se invierten en los países visitados, destinándose a alojamiento, alimentación, entretenimiento y otros gastos, lo que puede estimular las economías locales.

No obstante, este flujo de capital extranjero puede convertirse en un problema si los países no implementan las regulaciones adecuadas. El fenómeno puede generar un aumento en el costo de vida en los barrios y ciudades donde se establecen los nómadas digitales, especialmente en América Latina. Al gastar en dólares, estos visitantes pueden inflar los precios de alquileres, alimentos y otros servicios, llegando en algunos casos a desplazar a los residentes locales.

Esta dinámica económica termina afectando las formas de vida, costumbres y culturas locales. Un ejemplo claro se ha visto en la Ciudad de México, donde circulan videos que denuncian cómo en las taquerías cercanas a zonas frecuentadas por extranjeros, las salsas han perdido su picor tradicional. De igual manera los problemas respecto al turismo en ciudades como Medellín, Colombia. Así, el patrimonio cultural del país comienza a verse afectado.

Si bien los movimientos humanos entre territorios son naturales y necesarios, es crucial que las instituciones gubernamentales desarrollen políticas que protejan el patrimonio cultural local, al mismo tiempo que se benefician del intercambio y regeneración que surge del contacto con otras culturas.

Referencias:
Full report: Global Digital Nomad. (2025, 10 marzo). Global Intelligence Unit. https://www.globalcitizensolutions.com/intelligence-unit/reports/global-digital-nomad-report/global-digital-nomad-full-report/#conclusion

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