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Moda Sostenible más allá de un Tejido Orgánico

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Cuando hablamos de moda sostenible, seguramente se te viene a la mente “tejidos orgánicos”, “upcycling” o “prendas de segunda mano”.

 

Y es que ya no solo las pequeñas marcas o pymes de moda sostenible las usan. Sino también las marcas de fast fashion. O por lo menos, así muestran en las etiquetas de sus prendas con un sello que muchas de las veces son creadas por su propio departamento de diseño gráfico, al ponerle hojas verdes, simulando la madre natura, ya son súper sostenibles y cuidan del planeta.

 

Sin embargo, para ser, tener y crear una marca de moda sostenible, las acciones a tomar en cuenta van más allá de los tejidos que decidamos utilizar. Y conforme vayamos escalando nuestros negocios, los cuellos de botella y desafíos se irán haciendo cada vez más grandes.

 

La moda al igual que el resto de industrias tiene un sistema de producción que se compone de pasos. Y cada paso tiene su importancia para lograr una cadena de valor totalmente circular. No sirve de nada que decidamos utilizar solamente lino orgánico para realizar nuestras colecciones, si vamos a derrochar el 40% de nuestro tejido creando la colección de temporada, y pagando menos de 1 dólar al día a trabajadores y confeccionistas de la India que tienen que trabajar más de 12 horas al día, con sus bebés a lado y sostener a su familia de 3 o más integrantes.

 

Cuando hablamos de sostenibilidad, y si eres un consumidor que conoce y apoya la moda sostenible, sabes que esta se enfoca en tres pilares fundamentales: En el ambiental, en el social y en el económico.

 

Por esta razón, para ponernos más críticos, al utilizar tejidos sostenibles estaríamos abarcando la parte ambiental, o tal vez la parte social, si nuestro enfoque y objetivo fuera proteger la salud de la piel de los bebés con tejidos libres de tóxicos. Pero ¿Y la parte económica? ¿El sustento digno de las familias que forman parte de nuestro personal? ¿Su salud, sus derechos, su crecimiento y formación continua? ¿Los desechos textiles que generamos en cada proceso de corte? ¿Las muestras que realizamos para verificar los fittings de las prendas? ¿El transporte que utilizamos para cada fase de nuestra cadena de valor ¿Dónde quedan? ¿Dónde las reflejamos y las visibilizamos para nuestros clientes?

 

Es por esto, que nunca podemos definirnos o ponernos etiquetas de 100% sostenibles. Porque es una utopía, hasta el momento, ideal pero nada real. Sin embargo, no podemos olvidarnos de que el planeta nos ha puesto un temporizador gigante, y que existen varias organizaciones sin fines de lucro a nivel global como la ONU que nos ha planteado una Agenda de objetivos para 2030 desde la cual plantear nuestro siguientes pasos y de la cual ya solo nos quedan 6 años de ajustarnos los cinturones y apretar.

 

Es por esto, que debemos pensar más allá de la caja y proponer nuevas y mejores maneras de diseñar, de crear, de vestir y de disfrutar de la moda. Porque hablar de  cambio no necesariamente es sinónimo de menor disfrute, de menos opciones o de una moda aburrida. ¡Al contrario! Se nos abre un camino lleno de posibilidades y soluciones para implementar. Y así, experimentar una vida más presente, más humana, inclusiva y real. Repensar una moda en base a nuestros valores e ir más allá de una simple etiqueta.


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