Por José Manuel Martínez
En un evento organizado por la Unión de Azucareros Latinoamericanos (UNALA), la Coalición Panamericana de Biocombustibles Líquidos (CPBIO) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), se abordó el rol clave de los biocombustibles en la transición energética, en el marco del próximo G20. Con el apoyo de organizaciones como la Unión de la Industria de la Caña de Azúcar y Bioenergía (UNICA), Toyota, la Asociación de Productores de Biocombustibles de Brasil (APROBIO) y la Unión de Etanol de Maíz (UNEM), el encuentro reunió a actores importantes del sector energético.
Durante el encuentro, oradores destacados como Pietro Adamo Sampaio Mendes, Secretario de Petróleo y Biocombustibles de Brasil; Rafael Chang Miyasaki, CEO de Toyota para América Latina y el Caribe (ALC); y Marcela Braga Anselmi, Gerenta de Medioambiente de ANAC, abordaron los desafíos y oportunidades que los biocombustibles representan para la descarbonización de la economía.
Chang Miyasaki, destacó el gran avance de Toyota en promover el uso de biocombustibles, logrando disminuir sus emisiones por 176 millones de toneladas de dióxido de carbono desde 1997 y señaló que América Latina tiene ventajas comparativas para la adopción de estas tecnologías. "Nuestra región no está preparada para una electrificación masiva como en otros lugares, por lo que los biocombustibles son una solución práctica y accesible", afirmó.
Marcela Braga subrayó los avances de Brasil en el desarrollo de combustibles sostenibles para la aviación (SAF), gracias a su amplia experiencia en biocombustibles desde los años 70. La reciente ley "Combustible del Futuro" también impulsa la inversión privada en esta área, crucial para reducir las emisiones en el sector aeronáutico. “Hoy en Brasil el gran desafío es atraer las inversiones privadas en esta materia”, subraya Evandro Gussi, presidente y CEO de UNICA. De acuerdo con Gussi, con el etanol de caña es factible reducir hasta un 90 % de las emisiones.
En la actualidad, Brasil elabora 18 millones de toneladas de maíz para la producción de bioetanol y granos destilados de gran contenido proteico. Julio Minelli, de APROBIO, destacaron el impacto positivo de la producción de etanol y biodiésel en la creación de empleo y el desarrollo rural en el país.
El foro concluyó con un consenso sobre la importancia de los biocombustibles no solo para reducir emisiones, sino también como una herramienta de desarrollo social y económico en América Latina. Evandro Gussi, presidente de UNICA, resaltó que la bioenergía es una solución disponible y accesible que puede generar empleo y estimular el crecimiento.