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Partería: Un patrimonio cultural en riesgo de extinción en Colombia

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La partería ancestral, un saber profundo que ha sido transmitido de generación en generación, es un pilar fundamental en muchas comunidades indígenas y afrodescendientes de América Latina. Este conocimiento, que va más allá del acto de asistir en un nacimiento, es una manifestación de la cosmovisión de estas culturas, donde la salud materna y neonatal se entrelaza con prácticas espirituales y comunitarias. Sin embargo, a pesar de su gran valor, la partería ancestral se enfrenta a una amenaza creciente: la occidentalización y el desdén estatal hacia los saberes tradicionales.

En Colombia, la partería fue reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, un reconocimiento tardío (2022) pero necesario que busca preservar y revitalizar este conocimiento milenario. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, la declaración de la partería como patrimonio cultural subraya la importancia de los conocimientos, habilidades y prácticas de las parteras, quienes no solo asisten en el parto, sino que también acompañan a la madre durante todo el ciclo de embarazo, parto y postparto, ofreciendo cuidados físicos, emocionales y espirituales a las familias.

No obstante, este reconocimiento llega en un momento crítico. La partería ancestral ha estado en declive debido a la creciente influencia de la medicina occidental y la modernización, que a menudo ha relegado los saberes tradicionales al olvido o los ha tratado con desdén. En comunidades donde la partería es practicada, el acceso a servicios de salud convencionales es limitado o inexistente, lo que resalta aún más la importancia de este servicio humanitario. Sin embargo, el Estado colombiano ha fallado históricamente en proporcionar apoyo adecuado a estas comunidades, lo que ha llevado a que muchas parteras enfrenten dificultades para transmitir sus conocimientos.

A pesar de los desafíos, iniciativas como el programa "Bien Venir", lanzado por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), buscan revitalizar la partería ancestral en Colombia. Este programa tiene como objetivo no solo apoyar a las parteras en su labor, sino también garantizar que las nuevas generaciones reconozcan y valoren este saber cómo parte integral de su patrimonio cultural. A través de "Bien Venir", se espera que la partería no solo sobreviva, sino que florezca como una práctica vital en las comunidades donde es más necesaria.

Las estadísticas muestran un resurgimiento en la práctica de la partería tradicional. Según el reporte del DANE y el UNFPA, entre 2009 y 2018, el número de nacimientos atendidos por parteras tradicionales en Colombia se situaba por debajo de los 6.050 casos anuales. Sin embargo, para 2020 y 2021, este número se elevó a 12.111 y 11.449 nacimientos respectivamente. 

Este incremento significativo refleja no solo un reconocimiento creciente de la importancia de la partería ancestral, sino también una mayor necesidad de estos servicios en áreas donde el acceso a la medicina moderna sigue siendo limitado.

La partería tradicional ha sido especialmente significativa en áreas rurales y remotas del país con baja o nula cobertura en servicios de salud. En 2021, las parteras atendieron el 28,09% de los partos en el Chocó, el 18,31% en el Amazonas y el 9,63% en el Cauca. Estas cifras, las cuales hacen parte de la ´Nota estadística sobre Partería Tradicional y su incorporación en las Estadísticas Vitales de Colombia´, evidencian el rol crucial que las parteras desempeñan en garantizar que las mujeres en zonas apartadas reciban atención durante el parto, muchas veces siendo la única opción viable para estas comunidades.

Una de las iniciativas más destacadas en este sentido ha sido la articulación del saber de la partería indígena con la medicina occidental en el departamento de Magdalena. Este proyecto ha permitido que parteras indígenas trabajen en conjunto con profesionales de la salud en hospitales y centros de salud, creando un diálogo de saberes que beneficia a las comunidades locales. La integración de la partería con la medicina moderna ha sido un paso crucial para asegurar que las madres y sus bebés reciban una atención holística, respetuosa de las tradiciones culturales, pero también respaldada por los avances científicos.

El diálogo de saberes no sólo ha enriquecido la práctica de la partería, sino que también ha abierto un espacio de reconocimiento mutuo entre la medicina tradicional y la occidental. Este tipo de iniciativas demuestran que la partería ancestral no está en oposición a la medicina moderna, sino que puede complementarla, ofreciendo una visión más completa del cuidado de la salud materna y neonatal. En lugares como el Magdalena, esta colaboración ha sido clave para reducir las tasas de mortalidad materna e infantil, evidenciando el valor de unir lo mejor de ambos mundos.

La lucha por preservar la partería ancestral en Colombia es una batalla contra el tiempo y la indiferencia. Este saber, que ha permitido la supervivencia de tantas generaciones, es un testimonio vivo de la resiliencia y la sabiduría de las culturas indígenas y afrodescendientes. Proteger la partería no es solo una cuestión de salud pública; es un acto de justicia cultural y social, un reconocimiento de que las comunidades tienen derecho a preservar y practicar sus conocimientos ancestrales en un mundo que avanza, pero que no debe olvidar sus raíces.

En un contexto de movilidad humana y cambios sociales, la partería ancestral emerge como un símbolo de regeneración social, un faro de esperanza que ilumina el camino hacia un futuro donde los saberes tradicionales coexistan con los avances modernos, fortaleciendo el tejido social de las comunidades más vulnerables.


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