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Deforestación descontrolada: impacto ambiental de la industria del yeso en la caatinga brasileña

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por Tirzah Rezende

La devastación de la Caatinga debido a la industria del yeso en Brasil es un problema ambiental grave y creciente. Esta semana, denuncias han resaltado cómo esta industria depende de la quema de madera para sus hornos, lo que conduce a la deforestación extensiva y amenaza con transformar vastas áreas del sertão pernambucano en desiertos.

El polo yesero de Pernambuco es el más grande del país, responsable del 97% de la producción de yeso en Brasil y considerado la cuarta reserva más grande del mundo. Sin embargo, esta actividad económica se está llevando a cabo a expensas de la destrucción de un bioma único y precioso como es la Caatinga, con su biodiversidad única y muchas especies endémicas.

Actualmente, se estima que queda poco más del 57% de la vegetación nativa de la Caatinga en el Nordeste, según datos de MapBiomas. Este bioma enfrenta grandes desafíos debido al cambio climático, siendo considerado el más vulnerable a estos cambios según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU.

Refuerzo ministerial:

El mes pasado, el gobierno federal anunció medidas significativas para mitigar estos problemas y promover la conservación en la región. Un ejemplo es la iniciativa de crear 12 unidades de conservación federales en la Caatinga para 2026, anunciada por el Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático. Estas unidades representan un compromiso para proteger más de un millón de hectáreas del bioma, ampliando parques nacionales y refugios de vida silvestre.

Estas iniciativas son parte de un esfuerzo coordinado para enfrentar los impactos del cambio climático en la Caatinga, un bioma que abarca el 12% del territorio brasileño y que ha sido severamente afectado por la deforestación acelerada y la desertificación, según estudios del Inpe y del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales.

Es fundamental que las políticas públicas estén cada vez más alertas a los cambios climáticos y que los estados protejan su patrimonio natural. Es crucial intensificar los esfuerzos para conservar biomas como la Caatinga, especialmente frente a los desafíos del cambio climático. Solo así podremos garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras y proteger la biodiversidad única que estos ecosistemas albergan.




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