Por Cristal Jimenez
En los últimos cincos meses del 2024, diversos países de Latinoamérica han experimentado intensas olas de calor. Tal es el caso de México, en donde se han pronosticado que todavía faltan cinco olas de calor para el país en lo que resta del año. Brasil y Argentina han sido también de las regiones más afectadas.
Estas olas de calor corresponden a la expresión más evidente de que el calentamiento global está empeorando cada vez más y las altas temperaturas no se detendrán. De hecho, el pasado 5 de junio, La Organización Meteorológica Mundial informó que existe un 47% de probabilidades de que la temperatura media a nivel mundial durante el quinquenio 2024-2028 supere en 1.5 °C por encima de la era preindustrial.
Asimismo, hay un 86% de probabilidades de que en uno de estos años se establezca un nuevo récord de temperatura, el cual superaría al 2023 que es hasta el momento el año más cálido.
Por el momento, se continúan buscando alternativas para que estos pronósticos no se conviertan en realidad. Una de las que se han planteado es el Acuerdo de París, en donde los líderes mundiales se comprometieron con tres elementos claves: 1- Limitar el aumento de las temperaturas a 1.5 °C, 2- Examinar la contribución de los países a la reducción de las emisiones cada cinco años y 3- Ayudar a las naciones más pobres proporcionando financiación climática.
Sin embargo, según Ko Barret, el Secretario General de la OMM, menciona que: “Estamos muy lejos de cumplir los objetivos fijados en el Acuerdo de París…debemos hacer urgentemente más para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, o pagaremos un precio cada vez más alto.”
Y aunque todavía se está a tiempo para gestionar acciones que eviten que el cambio climático empeore aún más, este compromiso no le corresponde únicamente a los líderes mundiales, sino que también es necesario que la sociedad adquiera la responsabilidad definitiva de cuidar el planeta, porque de no ser así, la existencia en la tierra será cada vez más peligrosa, tanto para la salud de los seres humanos, como para la pérdida de las especies de flora y fauna y el deterioro de los ecosistemas.